Arte, Entrevistas

Laura Renata: “La danza nos permite sentir desde adentro”.

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La danzaterapia llegó a la vida de Laura Renata Monges de la mano de una amiga. “Todo el dolor y enojo de mucho tiempo emergió a través de la danza y fue como un proceso de desintoxicación. Me permitió soltar lo que ni yo sabía que tenía adentro, me hizo mirarme de nuevo y sanar”, afirma.  Tras formarse en danzaterapia y danzas circulares Laura Renata imparte cursos en México brindando un espacio interno donde los alumnos puedan escucharse y verse a través del movimiento. Persigue que la danza sea una forma de “estar en calma” para escucharse, sentirse y aceptarse.

¿Qué hace la danza por nosotros? ¿En qué nos beneficia?

 La danza, y el movimiento en general, hacen mucho por nosotros. Los beneficios van desde lo más natural: darnos vitalidad, mover la energía estancada, liberarnos de tensiones o tonificarnos, hasta lo que para mí es lo más valioso que he encontrado en ella: ser consciente de mi cuerpo sin separarlo de mí (soy brazo, soy cuello, soy ojos, soy piernas, etc.), vincularme con mis emociones, entrar en ese espacio íntimo donde soy realmente yo, traspasando mis fronteras físicas para llegar a verme desde adentro. El cuerpo no miente, no te deja escapatoria. Si al danzar surge una emoción, no hay forma de evitarla, a menos que le demos cabida a la mente para detenerla, y ahí reside su valor terapéutico, en permitirnos sentir desde adentro y poder liberar esas emociones a través del movimiento.

«Es una forma de expresarnos en el terreno donde las palabras no son suficientes o el significado queda corto. Es un encuentro que integra lo que somos y sentimos…»

¿Qué es la danzaterapia?

Existen varias corrientes con relación a la danzaterapia. Una de ellas, señala que ésta nació en los años 20 en Alemania y que su pionero fuer Rudolf von Laban. Una de sus alumnas, Mary Wigman escribió un libro llamado: “El lenguaje de la danza” donde describe su experiencia como bailarina. Posteriormente, algunas de sus alumnas toman sus conceptos y los aplican con personas con trastornos mentales, descubriendo las posibilidades terapéuticas de la danza en estos pacientes. Después de ellas, Trudi Shoop y Marian Chace en la década de los 50, confirman los aspectos positivos de la danza en personas con trastornos mentales. Ninguna de ellas fue psicóloga, psicoterapeuta o enfermera, pero sí muy observadoras para ser consideradas las “Madres de la Danzaterapia” junto a otras bailarinas como Boas, Espenak y Whitehouse. En paralelo,Wilhelm Reich, quien fue discípulo de Freud en 1922 comienza a estudiar la relación de la energía y la sexualidad con la salud mental. Dos de sus alumnos: Alexander Lowen y John Pierrakos, después de trabajar un periodo con Reich, crean su propia forma de terapia psicocorporal y de análisis bioenergético. Básicamente, la danzaterapia con este enfoque, busca desbloquear emociones moviendo la energía acumulada a través de nuestra vida con movimientos específicos de acuerdo a diferentes segmentos del cuerpo: ocular, garganta, plexo solar, pelvis, etc.

¿Nos ayuda a desbloquear emociones?

A través de nuestra infancia, diferentes situaciones en nuestra vida van haciendo que nuestro cuerpo se forme una estructura de carácter. Esta estructura es una especie de “caparazón” que nos permitió sobrevivir a cada situación. Cuando crecemos, las emociones acumuladas se quedan ahí. Podemos hablar sobre lo que nos pasó, pero el cuerpo las conserva. El propósito aquí es desbloquear esa energía y permitir que el cuerpo recupere su fluidez original. Si algo que nos lastimó, por ejemplo, lo guardamos en nuestra estructura corporal y lo hablamos, el cuerpo se encargará de seguirlo recordando. Si además de expresarlo, lo movemos; entonces estaremos trabajando integralmente tanto la parte corporal que somos, con la parte de la expresión de ideas. En palabras simples: es irnos quitando, poco a poco, la “armadura” para recuperar nuestra energía vital. Yo me formé en esta escuela con la Maestra Mercedes Gálvez Cancino, en la Ciudad de México.

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¿Cómo comenzaste a interesarte por la danzaterapia?

 La danzaterapia llegó a mi vida a través de una amiga adorada de Barcelona, a quien conocí en un retiro de meditación y de silencio. lo cual fue toda una experiencia sobre lo que conocemos como sincronicidad”. Al terminar el retiro y ya que pudimos hablar, Alba quería quedarse unos días en la Ciudad de México y, afortunadamente para mí, se quedó varios meses y luego años yendo y viniendo de su casa a la mía. Ella es bailarina y me presentó a mi maestra de Danzaterapia: Mercedes Gálvez Cancino. Yo estaba atravesando un periodo crítico en mi vida y gracias a la danzaterapia pude parar de pensar y empezar a sentir. Todo el dolor y enojo de mucho tiempo emergió a través de la danza y fue como un proceso de desintoxicación. Me permitió soltar lo que ni yo sabía que tenía adentro, me hizo mirarme de nuevo y sanar.

¿Qué proyectos has desarrollado? ¿Y cómo han ayudado a distintas comunidades?

 La danzaterapia me ha dado la oportunidad de conocer gente maravillosa, de diferentes edades y con características sociales muy distintas a las mías. Trabajé casi tres años con jóvenes de Cuautla, en el Estado de Morelos. Uno de los estados con mayor índice delictivo e inseguro de nuestro país. Estos chicos de entre 18 y 21 años estudiaban para ser Interventores Comunitarios pero, con un entorno tan hostil y con historias familiares de violencia en algunos casos; a mitad del semestre de su licenciatura, deciden abandonarla. Dos mujeres extraordinarias y maestras de estos chicos, juntan a diferentes profesionales para ayudar a estos chicos a que no deserten y concluyan su carrera. El mayor miedo de estos jóvenes fue no ser capaces de cambiar a sus comunidades, no sentirse lo suficientemente fuertes y aptos para lograrlo… Con ellos dancé una vez por semana. Al principio fue todo un reto, pues pensaban que una clase de “baile” no les serviría para nada. Cuando les pedimos que nos dieran una oportunidad y danzaran, y vieron que no había que aprenderse ningún paso sino que era escucharse y ver su riqueza interna, las cosas cambiaron. Ganaron confianza en ellos mismos, expresaron sus emociones sin temor ni sentirse juzgados, compartieron momentos muy íntimos, se sintieron escuchados y recuperaron el juego y el gozo por sentirse unidos. Hoy día esta generación se graduó y muchos de ellos realizan proyectos muy interesantes con su comunidad. No quiero decir que la danzaterapia hizo la diferencia, estoy segura que fue todo el conjunto. Pero sí sé que esto les ayudó a mirarse de nuevo, con otros ojos. También he trabajado con gente de la tercera edad en comunidades de Morelos, en el Estado de México y actualmente en una residencia para ancianos de la Ciudad de México. Lo que más me asombra de trabajar con personas mayores es cómo llegan y cómo se van. No falta quien antes de empezar me advierte: “yo no puedo moverme mucho, me duelen las rodillas, o mi cadera está desviada, o no tengo fuerza, o…” Yo les digo que ellos son responsables de su cuerpo y que cuando decidan parar lo hagan. Hasta el día de hoy ninguno de ellos dejó de danzar. Incluso hay quienes olvidaron sus bastones en algún lugar del espacio…

«Es increíble como la idea que tenemos de nuestras carencias o dolencias se hace más grande cuando pensamos. No digo que no sean reales, sólo que cada vez me convenzo más que les damos más importancia, de lo que realmente nos limitan».

Además haces danzas circulares y tradicionales. Explícanos un poco más de qué se tratan estas disciplinas.

 Las danzas circulares existen desde hace miles de años en la humanidad. A través de ellas se celebraban los nacimientos, matrimonios, cosechas, llegada de las lluvias, primaveras, el tránsito entre la adolescencia y la niñez, entre muchas otras. Era la forma de comunicar y compartir en comunidad. Bernhard Wosien bailarín, coreógrafo, pedagogo y pintor recorrió el mundo entre las décadas de los 50 y 60 rescatando las danzas de diferentes pueblos en el mundo. A finales de los 70 enseña, por primera vez, danzas circulares en Escocia. Para él, las danzas circulares posibilitaban una comunicación sin palabras y una integración amorosa entre las personas. A partir de aquí se empiezan a incorporar mucho más danzas, incluso contemporáneas y se les empieza a llamar “Danzas Circulares Sagradas”. Se denominan sagradas porque permiten a los participantes entrar en contacto con su esencia, con su Yo superior, con la divinidad que existe dentro de cada uno de nosotros, en compañía de los demás. Estas danzas generalmente se realizan en círculo, casi siempre tomados de las manos. Aunque también pueden danzarse en hileras o filas, en espiral, en círculos abiertos o sueltos; pero siempre recuperando el círculo para concentrar y compartir la energía generada durante la danza.

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¿Cómo llegaron a México?

A México, las danzas circulares las trajo Gwyn Peterdi, una bella mujer de Estados Unidos, hace más de 20 años. Ella las comenzó a enseñar a un grupo de mujeres mexicanas quienes han conservado la tradición y las han enseñado a muchas más mujeres en México, como yo. Existen danzas folklóricas, contemporáneas, meditativas, etc. y pueden ser de muchos lugares del mundo. Para danzarlas no se necesita experiencia previa y cualquiera puede danzar. Incluso, aquí en México en mi grupo, danza una chica invidente quien me ha enseñado a guiarla y a admirar su capacidad para danzar. Las danzas circulares te enseñan a compartir, a observarte en relación con el otro, a compartir tu energía con quienes forman el círculo, a ser paciente y a disfrutar del paseo y la música.

¿Cuáles son tus proyectos a corto y largo plazo?

 A corto plazo continuar con las sesiones de danzaterapia para facilitar, a quienes danzamos, un espacio interno donde puedan escucharse y verse a través del movimiento. Que se den la oportunidad de ser “danzados” y permitir que surja lo que necesite ser expresado. Me interesa que quienes no podemos expresarnos fácilmente a través de las palabras, encuentren en la danza una forma de “estar en calma” para escucharse, sentirse y aceptarse. También continuar con las Danzas Circulares. Cada vez más el círculo de Chapultepec, donde danzamos, va creciendo. Me gusta que más jóvenes se incluyan y también más hombres. Me gustaría que el mito de “yo no sé bailar, o mi cuerpo no me permite moverme, o eso es sólo para mujeres” se borre de estos espacios para que las personas puedan sentirse… ¡es tan maravilloso permitirse sentir, que para mí eso ya es un regalo…! A largo plazo, me interesa crear un espacio donde la gente pueda expresar lo que necesita para liberarse y fluir, sin juicio. Quiero utilizar diferentes artes o herramientas como la danzaterapia, la escritura, la arteterapia y todo aquello que permita un encuentro entre lo que cada quien es y lo que sienten…

Fuente: Caras de la Información

 

 

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